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Todas las casas se van al cielo

No creo que exista un cielo de casas, pero si hubiera uno, sería el mismo de todos, pues cada habitante deja un pedazo de su alma durante la creación de una casa y un pedacito más durante la vida. Nada hace a alguien ser sino su esencia en sí misma. Las cosas pueden verse de muchas maneras, en realidad, pueden verse casi como tu quieras. Lo mismo pasa con las personas, pueden maquillarse, vestirse, disfrazarse y verse diferente cada día, cada hora, o en cada acto. Lo que no se puede es ser algo o alguien diferente, no realmente. Nunca podrás ser algo que no eres. Las casas existen bajo esta misma ley, (dicho), declaración, o lo que sea que esté en el párrafo anterior. Pueden verse de muchas formas, colores; o tener diferentes aromas y texturas. La misma casa puede ser vestida de una forma o de otra. Puede cambiar sus materiales, su tamaño, y quizás si tuviéramos naves capaces de hacer esto de forma poco aparatosa, podría mos hasta cambiarla de lugar. Sin embargo, esta seguiría siendo la misma casa. Entonces ¿Qué es lo que hace a la casa ser la casa? Probablemente sea un misterio, o un punto filosófico a desarrollar en muchas páginas. Lo que te voy a decir es que, la casa no es, sus materiales, ni sus colores, ni sus muchas vestimentas. No, la casa es un conjunto de elementos materiales que conjuran , a su vez, un conjunto de espacios. Este conjunto de espacios es la casa; o sea que la casa es algo abstracto. No es nada fácil de expresar en imágenes o planos. Por eso es muy complicado que los habitantes entiendan los planos, perspectivas, renders o demás cosas que los arquitectos presentamos. La verdad es que muchos vivimos en la confusión de que las casas son contenibles en un papel con rayas, en una vista, o en la elección de sus materiales. Las casas son muy complejas y requieren demasiado de muchos para ser traídas a la vida. Como la casa es, a final de cuentas, espacio, es decir, lo vació entre materiales ¿Cómo se puede concebir una casa? Por medio claro de la expresión arquitectónica, que no es más que la técnica, altamente artística pues busca transmitir algo transmitido a su vez por algo abstracto (el espacio), para mostrar la arquitectura antes de su construcción. Pero el problema no es expresar la arquitectura, el problema es concebirla. ¿Y quien la concibe, el arquitecto o el habitante? Creo yo firmemente, que es el habitante, pues es este, quien pide, solicita, o busca de una forma u otra, características específicas para el conjunto de espacios que conformarán su casa. Interesante ¿deberíamos crear una licenciatura o un curso para que los habitantes aprendan a solicitar una casa? Absolutamente no. Esto es tarea del arquitecto, y vaya que hay habitantes tercos y difíciles, pero aún así, es tarea del arquitecto guiar en esto, para que luego, bien entendida la intención primera, este último haga su magia. La imaginación es algo muy poderoso para llevar a cabo la tarea de crear o proyectar una casa. Pero ¿de qué forma compartimos imaginación de un humano a otro? Fácil, con dibujos ¿no? Pues no, porque volveríamos a lo mismo, la arquitectura no puede ser contenida en ellos. ¿Entonces qué? Afortunadamente se inventó el habla, y las historias, y los cuentos, y las anécdotas. Lo mejor de todo, es que todo lo que se habla también se puede escribir. Es el medio más poderoso para comunicar algo abstracto. Mediante el habla debe iniciarse un diálogo entre habitante y arquitecto, en el que se conciba la primera idea. Esta primera idea no debe hablar de materiales, ni de ejemplos en Pinterest, ni de la casa de la vecina. Debe hablar de lo que se quiere para el espacio, de lo que se quiere sentir, de lo que se quiere vivir, de la forma en que quiere que su casa lo reciba cada vez que llegue, de todo lo que quiera sentir allí, y que quiera que suceda, de todo. Pues todo lo que se diga deberá dar vida a eso abstracto, a ese vació entre muros, a esa casa que será moldeada por las manos del arquitecto.

Todas las casas se van al cielo
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